ELIMINAR TATUAJES

El tratamiento con láser proporciona un resultado rápido y sin someterse a operaciones quirúrgicas: elimina el tatuaje sin que queden manchas ni cicatrices.

Consiste en aplicar un láser que atraviesa la piel del paciente y se transforma en calor al ser absorbido por los pigmentos del tatuaje. Este calor consume la estructura de los pigmentos y los disgrega, con lo que facilita que el propio cuerpo los elimine progresivamente. De hecho, al día siguiente se genera una pequeña costra superficial, que cae a los pocos días y la piel queda sin marcas ni cicatrices.

Dado que, en función de la extensión, el color y la profundidad del tatuaje, el tratamiento podría resultar doloroso, se aplica una anestesia local, que minimiza cualquier molestia.

El tratamiento completo de eliminación de tatuajes con láser se lleva a cabo a lo largo de varias sesiones de entre 15 y 30 minutos de duración, tras las cuales el paciente puede volver inmediatamente a su actividad normal.

El número de sesiones varía en cada paciente dependiendo de la antigüedad y la profundidad del tatuaje, el color de los pigmentos y su uniformidad, así como del tipo de piel y de la zona a tratar. No obstante, los resultados empiezan a notarse desde la primera sesión: el tatuaje se va desvaneciendo y desdibujando progresivamente.

Las sesiones suelen espaciarse entre 2 y 3 meses. Esta frecuencia asegura que la piel se recupere entre sesiones.

Además, para conseguir los resultados más rápidos y seguros, el tratamiento se ajusta a las características individuales de cada paciente: su fototipo y color de piel, la antigüedad, el color y la profundidad del tatuaje, etc.