INSTITUTO DE DERMATOLOGÍA
DR. PABLO UMBERT
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El carcinoma basocelular es el tumor cutáneo maligno más frecuente en pacientes de raza blanca. Dentro de los factores de riesgo para desarrollar este tipo de tumor, encontramos en primer lugar la radiación ultravioleta, seguida de las radiaciones ionizantes y algunos síndromes genéticos. Las metástasis son muy raras, aunque tiene un crecimiento lento y progresivo pudiendo ser invasivo localmente.
Según su forma clínica, podemos clasificarlo en los siguientes subtipos: superficial o plano, nodular o perlado, ulcus rodens, pigmentado o fibroepitelioma de Pinkus.
El diagnóstico del carcinoma basocelular es fundamentalmente clínico. Técnicas como la dermatoscopia, la microscopía confocal y la ecografía cutánea pueden ser de gran ayuda para realizar el diagnóstico, así como para plantear la mejor opción terapéutica para cada caso. No obstante, la confirmación diagnóstica se realizará mediante biopsia cutánea o extirpación quirúrgica y posterior estudio histológico.
Carcinomas basocelulares de bajo riesgo:
Carcinomas basocelulares de alto riesgo:
Antes de decidir el tratamiento más adecuado del tumor, hay que valorar: tamaño del tumor, tipo histológico, edad, localización, tratamientos previos recibidos, estado general y medicación del paciente, desplazamientos, etc.
El tratamiento del carcinoma basocelular es principalmente quirúrgico, ya sea mediante escisión simple o mediante cirugía micrográfica de Mohs. Es el tratamiento de primera elección y suele realizarse bajo anestesia local. La cirugía de Mohs nos permite un porcentaje de curación del 99% en tumores no tratados previamente y del 93% en tumores recidivantes, por lo que la convierte en el tratamiento estrella siempre que esté indicado.
No obstante, existen otras alternativas terapéuticas: terapia fotodinámica, imiquimod 5% tópico, 5-fluorouracilo tópico, curetaje y electrocoagulación, láser de CO2, criocirugía, radioterapia, interferón α intralesional. En cada caso habrá que decidir la mejor opción terapéutica de forma individualizada en función del tipo de tumor, de su localización, de si es primario o recidivante, y de las preferencias del paciente y del dermatólogo tratante.
El seguimiento posterior es muy importante debido a la posibilidad de recidiva tumoral y al riesgo elevado de presentar un nuevo carcinoma en aquellos pacientes que ya han tenido otro previamente.